El jailbreak pasó de moda hace años, pero hay un lugar donde sigue siendo esencial: Corea del Norte

Hubo un tiempo en el que el jailbreak era una práctica más o menos popular para saltarse las limitaciones de Apple y personalizar nuestros dispositivos. Hace de aquello ya un buen puñado de años, pero el método podría estar viviendo un “renacer” en el país y el clima más insospechados: la República Popular Democrática de Corea, el país gobernado en corto por Kim Jong-un.

Un informe de Lumen y 38 North muestra que algunos norcoreanos están modificando sus smartphones a pesar de las férreas restricciones del gobierno. La mecánica es simila a la que se aplicaba con frecuencia en España hace unos años —en 2013 nuestro país estaba en el Top 10 de las descargas de evasiOn, el jailbreak de iOS66—. Eso sí, cambian las motivaciones.

Si aquí se usa sobre todo para instalar apps y ajustes de software que obligan a vulnerar los vetos del fabricante, lo que buscan a menudo los norcoreanos es burlar el control de su gobierno.

Burlar al “gran hermano”

El acceso a Internet de los ciudadanos de Corea del Norte es bastante distinto al que estamos acostumbrado en Europa. De entrada solo se emplean dispositivos aprobados por el Gobierno, como Pyongyang 2423 y 2413 o la tablet Taeyang 8321, con una serie de peculiaridades que favorecen el control del ejecutivo. Por ejemplo, durante años los dispositivos no podían conectarse al Wi-Fi y los aparatos incorporan una app, Trace Viewer, que toma y archiva pantallazos aleatorios.

“Es una característica estándar de todos los smartphones de Corea del Norte y un recordatorio siempre presente de que el gran hermano está mirando cuando el teléfono está en uso. El software toma fotos al azar mientras el teléfono está encendido y las almacena en un directorio donde no se pueden borrar”, recoge el informe, que recuerda cómo en sus primeras versiones la app permitía a los usuarios ver las capturas de pantalla, una opción que acabó deshabilitándose.

También el acceso a las redes inalámbricas tiene sus peculiaridades. Después de comprobar que una embajada extranjera estaba ofreciendo Wi-Fi abierto, en agosto de 2014 el Gobierno norcoreano activó medidas de control y restringió la posibilidad de los móviles de conectarse. En 2018 estableció una red propia en Pyongang, Mirae. A mayores, aplica también un sistema de rúbrica digital.

“Uno de los mecanismos de control más importantes que utiliza el estado de Corea del Norte es un sistema de firma digital que verifica si se pueden instalar aplicaciones o mostrar medios. Es la base de la mayor parte del control de los dispositivos”, abundan los analistas. El método de vigilancia se estrenó en 2012 y se expandió de forma generalizada durante los dos años siguientes.

Ante ese estricto escenario de control y a pesar de las sanciones a las que se arriesgan, hay norcoreanos que han decidido alterar sus dispositivos para burlar la supervisión estatal. En el estudio entrevistan en concreto a dos hackers que acabaron dejando el país: un estudiante de informática de la Universidad Kim II Sung, de Pyongyang, y un ingeniero de software que trabajaba para una empresa estatal en China e introdujo un software de piratería en Corea de contrabando.

Durante las entrevistas, revela el informe, quedó de manifiesto “la existencia de una pequeña cultura de piratería dentro de Corea del Norte”. “Si bien es difícil estimar cuántos norcoreanos modifican sus teléfonos y los encuestados no parecían pensar que fuese una práctica generalizada, la existencia de este informe en concreto implicaría que está sucediendo a una escala suficiente como para que las autoridades sean conscientes y estén potencialmente preocupadas”, señala el texto.

La disidencia o el deseo de consultar fuentes de información internacionales prohibidas por el Gobierno norcoreano no son las únicas razones para echar mano del jailbreak y alterar un móvil en Pyongyang. Hay quien lo hace por una razón bastante más mundana: ganar dinero.

“La motivación para la piratería no siempre estuvo relacionada con romper el control estatal sobre el consumo sin restricciones de medios ilícitos. A veces, los teléfonos fueron pirateados para borrar la memoria de los archivos para alcanzar un precio más alto en el mercado de segunda mano”, anotan.

Sea cual sea la motivación, los hackers relatan cómo después de modificar los smartphones sus usuarios podían instalar apps prohibidas, como juegos, y acceder a medios o ver programas y vídeos de países como Corea del Sur. Gracias al jailbreak, también pudieron borrar las capturas de pantalla que habían hecho los dispositivos como parte del sistema de vigilancia oficial.

Vía | El jailbreak pasó de moda hace años, pero hay un lugar donde sigue siendo esencial: Corea del Norte (xataka.com)